Suena el abismo de la gruta,
la voz de las profundidades,
aquella que ya no desespera
pues ya nada espera.
Sentado frente a la nada
mira al horizonte y grita.
Suena el temible eco
de los sólos acompañados
por la luna y las estrellas,
la televisión, una cerveza,
la voz amada tras el teléfono,
la amarga luz en algún libro
y una cama vacía
con sábanas arrugadas
que recoge el llanto silenciado
del que sentado frente a la nada
sueña con ser,
con ser,
con ser...
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