A las cinco de la mañana
de una madrugada de octubre.
A las cinco de la mañana
a los pies de la cama.
Yo te leía un poema
a los pies de la cama
y tu sonreías y me mirabas
a las cinco de la mañana.
Era una madrugada de octubre,
hace ya un año
y quizás una semana.
A las cinco de la mañana
en una madrugada de octubre
nuestras miradas se abrazaban
a los pies de la cama.
(Juan Carlos González Caldito)
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