sábado, 21 de abril de 2012

Comadrona poética

Bostezo, escribo, como.
Canto, corro, duermo.
Miro, callo, escucho.
Siento, padezco y confieso.
Ignoro, aprendo, comprendo.
Veo, toco y me sincero,
yo no estoy en mi mundo.

Una muchacha, un pájaro.
Un tren, una ventana,
cien cosas.
Miles de coches, cielo azul.
Cuatro bares, tres ancianos
y un perro que ladra.
Un niño que juga,
una pelota que rueda,
una madre que habla
y toda una Rambla
que espera y ofrece
su espalda y vientre
para ser paseada.

Dolores, amores y traiciones.
Pasiones, celos, cariños
se esconden detrás
de las pasiones.
Miles de ojos
que no veo
y cien canciones
que no escucho.
Muertos y fetos
desconocidos.
El tiempo es un dios
enloquecido.

Brilla el sol,
se esconde la mano.
Dos bicicletas
muy cerca amarradas.
Huele a pan
en la panadería
y hay braguitas expuestas
en las estanterías.
Miles de libros,
cientos de vidas,
y la mía – sólo una.

Yo no estoy en mi mundo,
soy un ser invisible.
Pero es mi poesía
la que me dice “¡tú existes!”.

miércoles, 18 de abril de 2012

Soledad de los cualquiera


Este monstruo feroz
crece por la noche,
empeora en la oscuridad
e invade en la cama.
La nostalgia – su alimento,
y el recuerdo – su presente.

Pesa. Pesa demasiado.
Se acomoda, del cuello
hasta las piernas.
No deja ver más
que quimeras
en las manos desnudas.

No hay consuelo
por muy exacerbado que sea
el pasar deambulando
entre bares y brazos.

Nada lo vence,
Siempre gana.
es un mano a mano
con las cartas boca arriba.
Y no existen trampas
pues es el que tu eres
sin estampa
ni palabras,
es el monstruo que te acompaña
entre el hueso y la carne,
la esperanza y el deseo.

jueves, 5 de abril de 2012

Autorretrato


La luna se acuesta
mucho antes que el sol.
El filo del cuchillo
donde se apoyaba la ciudad
se esconde en el cajón
de la cocina familiar.

Perdido el empeño
y la inhibición,
duermes abrazado
a la almohada de la seguridad.
Tú que eras un profesional
en la curiosa función
de no tener moral,
te has subido los calzones
y has dejado la ciudad.
Las copas ya no esperan,
los bares no los cierras
y el sueño invade tu normalidad.
Ya casi no bailas,
tienes poco que contar,
has hundido el último carrete
de tu cámara de fotografiar.

Se ha escapado el tren
de las noches sin más.
ha muerto el olvido
de la fugacidad.

Ahora acurrucado,
escribes estas frases.
No estás arrepentido,
tampoco deprimido,
más bien enorgullecido
de haber escapado de la imbecilidad.
Pero dime que es falso,
que ya no escribes,
que un día no lo añorarás,
dime que no es cierto
ahora que has logrado la sinceridad.

Se ha escapado el tren
de las noches sin más,
has empezado, esta vez,
tu honorabilidad.

martes, 3 de abril de 2012

Sangre, delito y humano.

Pueden dos manos
asesinar a un hombre,
y una sentencia
que en la lengua se crea
              matar a cientos.

No perdono a la muerte
cuando se apodera de inocentes,
ni a la vida inerte
que segrega infortunio.

Gritar a la luna
los llantos nocturnos,
soplar por la mañana
las nubes del alma.

No me fío del hombre
pues corta troncos
y no piensa en la rama,
que es más duro hablando
                   que actuando. 

(Juan Carlos González)