martes, 3 de abril de 2012

Sangre, delito y humano.

Pueden dos manos
asesinar a un hombre,
y una sentencia
que en la lengua se crea
              matar a cientos.

No perdono a la muerte
cuando se apodera de inocentes,
ni a la vida inerte
que segrega infortunio.

Gritar a la luna
los llantos nocturnos,
soplar por la mañana
las nubes del alma.

No me fío del hombre
pues corta troncos
y no piensa en la rama,
que es más duro hablando
                   que actuando. 

(Juan Carlos González)

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