lunes, 26 de marzo de 2012

El silencio de los impávidos


¿Es que no la escucháis?
Gime y gime
cada noche.
¿Tampoco veis que llore?
No me extraña,
ya no tiene lágrimas
que llorar.
Es la patria
de los corderos silenciados.

Son sus manos
sus propias armas,
pero son patosos
y se caen a menudo.

Gimen y gimen
cada noche.
No lo vemos,
estamos dentro.

Impávidos ante el asombro
y el peligro
somos corderos
sin pastor
pero con carnicero.

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