sábado, 3 de marzo de 2012

La boca del buey que tira con la mordaza y no ve más que sus patas

Se acercó y me penetró.
Agarró mi costado
y ya no me soltó.

¡Maldito!

Me atemoriza y controla,
no me deja volar
pero sí soñar.
No hacerle caso,
no escucharlo,
es arriesgarse demasiado
a toparse con la ley;
abrirme un proceso,
perder mi dinero
ahogar mis sueños
llevarse mis esperanzas.

¡Maldito!

Ya jamás salió.
Agarrado a mi riñón
ahora escribo en un rincón.

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