sábado, 18 de febrero de 2012

Hijos de la Torre de Marfil

El rojo carmesí de aquellos labios,
aquellos años que han pasado
bailando por la noche y
trabajando durante el día,
los domingos familiares con resaca
de paz y diversión nocturna, los paseos
y los conciertos, al igual que
la despreocupación aristocrática
de siervos libres con nóminas
empieza a desvanecerse,
a yacer en el suelo, podrido,
por verdades demasiado duras,
de verdades fuertes
para hombres
demasiado débiles.

La despreocupación se ha agotado
al igual que la fuente del bolsillo.
El PIB, el paro y el fracaso
fornican con los sueños
de los niños grandes dormiditos. 
Aquello que nuestros padres pintaron de verde
con claveles en los puños
y brindis desasosegados,
hoy sus hijos lo destiñen.

Hijos de la luna,
la desilusión y desconfianza
entán enterrando toda esperanza.

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