sábado, 10 de diciembre de 2011

Al deseo más querido

Desde que llegamos
tuvimos que razonar
una pasión
que queríamos disfrutar.

Palabras, reflexiones.
Mil vueltas,
innumerables recuerdos.
Más de cien motivos
para no acabar
con una historia
que acababa de empezar.

Los oídos ajenos
escuchaban atentos
aunque no comprendían
lo que nuestra voz decía.
No era la boca quien hablaba
sino el corazón
que se expresaba.

Y fue en el preciso instante
en que dejaron de oír
para empezar a escuchar
la melodía que suena
en el corazón de todos.
No podían convencerse,
ni tampoco razonarlos.
Era, simplemente,
una pasión natural.

Una pasión deseada,
por todos soñada.
Nosotros la tocámos,
la acariciamos.
¿Cómo dejarla escapar?
Ahora, el alrededor comprende
e incluso siente
nuestro latir caliente.

Desde que llegamos
tuvimos que defendernos.ñ
Ahora, defendidos,
nos toca cuidarnos,
saborear el fruto victorioso
de la pasión presente.

No hay razón para continuar
con esta absurda historia,
pero no fue ella quien nos engendró:
fue el fuego de nuestra pasión.
Y ella no se explica,
sólo se siente,
se goza, se palpa.
Esta pasión emana
de tu piel
a mi boca,
de mis manos
a tu cuerpo
y en centenares de sueños
que en tus ojos se reflejan.

Un regalo propi.
Un destino construido.
Ambos sabíamos
que todo acaba
y nada tiene sentido:
a pesar de todo
seguimos unidos.

(Juan Carlos González)

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